De vez en cuando necesitamos un día. Un día para llorar, para gritar, para
odiar y querer al mundo a la vez, para desahogar todas esas cosas que dejamos
en nuestra cajita de seguridad sólo por si acaso.
Para pensar en lo que ya no está y en todo lo que hemos conseguido. En
que mañana quizás llueva pero aún así caminare bajo cada gota.
También necesitamos un día para coger todo el aire que podamos y respirar
muy profundo, para preparar cada pequeño cambio en nuestra vida. .
Y no sé hacia donde voy, nunca lo sé.
Lo que sí sé es con quien quiero ir. También sé que una sonrisa robada por
alguien en el momento justo puede salvar un mal día.
Debes creer que las cosas
también pueden estar destinadas a salir bien.